Juntos a la par.

Este relato tal vez no existió o tal vez sea parte de microrecuerdos, impulsados por la memoria -rebelde-. Sea lo que sea, quiero escribirlo:

«Le he pedido tanto a dios, que al final oyó mi voz, por la noche a más tardar, yendo juntos a la par».

No se conocían, ni esperaban conocerse. Ella ese día, ni siquiera quería salir de su cuarto.

Desde que regresó, sus miedos también volvieron con ella y se le aparecían en las calles de vez en cuando.

Él, venía viajando desde hacía varios días, con sus sueños de llegar lejos y vivir la vida sumergido en el día a día.

Pudieron haberse conocido antes, pero ese antes implicaba que todo lo que pasó no iba a pasar. Pudieron haber intercambiado cuatro palabras y alguna que otra canción y finalmente, agregarse en sus contactos.

Pero los hubiera no existen y lo que pasó tampoco existió.

Después de redescubrir la poca vida nocturna de la ciudad, después de sudar en algún intento -fallido- de bailar, aquel micromomento dejó de ser imaginario y pasó al plano de la realidad.

Ya estaban condenados a terminar de descubrir la luna juntos “Esta noche me quedo en tu cuarto”, le gritó entre tanta multitud que se desbordaba en bebidas alcohólicas y bailes que estaban a la moda.

«Nada como ir juntos a la par».

La noche no alcanzó, o el cuerpo no aguantó. Ella, usó la táctica de las películas, con un cubo de hielo, se deslizaron los labios y se probaron la nacionalidad en un lugar extranjero. Él, estaba muy relajado, el sol de las diez de la mañana parecía no importarle. Ella, estaba pensando en lo que había pasado. Al cabo de un par de horas, despertaron. La tarde se hizo agua -como el cubo de hielo-. Se compartieron canciones, recuerdos, experiencias. Cerati de fondo, les hizo sentir en otra atmósfera.

-Che, ¿Hay algún lugar cerca para ir a bañarse?

-¿Tipo una laguna?

-Suena buena idea.

Se fueron juntos a la par, apreciaron la laguna, la noche estrellada, las canciones y la compañía.

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Sí, las personas se aparecen en momentos exactos. Nadie tira el dado para ver qué número nos tocará. No, nosotrxs empujamos y atraemos lo que nos sucede, bueno o malo -depende del lente- pero llega.


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